martes, 8 de marzo de 2016

FANNY MENDELSSONH, LA GRAN DESCONOCIDA A LA SOMBRA DE SU HERMANO

   Fanny Cäcilie Mendelssohn (posteriormente Fanny Hensel), hermana mayor de Félix Mendelssohn Bartholdy, nietos del filósofo de origen judeoalemán Moses Mendelssohn, nació en Hamburgo el 14 de noviembre de 1805 y falleció en Berlín el 14 de mayo de 1847.

Fanny Hensel en 1842, por Moritz Daniel Oppenheim
Gracias al alto nivel social y económico de sus padres que eran personas cultas y poseedoras de una gran fortuna (su padre Abraham era un banquero y filántropo berlinés y su madre Lea Salomon), Fanny y sus hermanos tuvieron la oportunidad de adquirir una educación propia de aristócratas, comenzando a estudiar a las cinco de la mañana hasta últimas horas de la tarde, un horario riguroso que heredaron de su abuelo filósofo, y abarcando lo que hay llamaríamos cultura general, entonces solo al alcance de familias adineradas, donde no faltaban los idiomas, la música, el dibujo, las ciencias o la equitación. Ya de pequeña Fanny se perfiló como un prodigio musical, razón por la que su educación iría enfocada a la composición pues la interpretación profesional parecía vedada a los hombres aunque el propio Félix admitía que al piano su hermana era mejor que él, y su madre decía que “nació con los dedos para tocar fugas de Bach”, llegando a disfrutar de su magisterio solamente en veladas privadas una vez casada. Y es que los hombres de la familia Mendelssohn como los de su época opinaban que “una moderada educación hace a una joven más atractiva, pero hay que evitar actitudes de erudita”. Este tipo de ideas propias de una sociedad de clara tendencia paternalista contribuyeron a que el único destino posible para Fanny fuese el matrimonio. Cuando la joven le dijo a su padre que deseaba estudiar composición con la misma profundidad que su hermano Félix, su padre le dijo que para los hombres la música era un “basso ostinato” mientras que para las mujeres la música era tan solo un ornamento, de éste se podía prescindir, de aquél no… debiendo ser educada para ser buena esposa y ama de casa.
Sólo se conoce una actuación pública de Fanny en 1838, en un concierto benéfico interpretando el Primer concierto para piano de su hermano, ya que nunca tuvo permiso para presentarse en público como pianista. Ante esta injusta realidad Fanny desarrolló unos sentimientos de baja autoestima e inseguridad respecto a sus posibilidades como compositora.
A los venticuatro años se casó con Wilhelm Hensel (1794-1861), pintor de la corte prusiana en Berlín, con el que tuvo un hijo, Sebastien Hensel, quien editó la correspondencia familiar bajo el título “La familia Mendelssohn 1729-1847” que sigue siendo una importante fuente de información sobre estos músicos.
Retrato de Fanny y Wilhelm Hensel para el libro "The Mendelsohn family", Library of Congress, Gertrude Clarke Whitall Foundation

Desde 1830 Fanny se convirtió en una figura importante de la cultura del salón romántico donde la música ocupaba un lugar de primer orden al lado de la literatura y la pintura. En ese ambiente cerrado a un tipo de público concreto, se escucharon muchas de sus canciones y obras para piano que ella misma interpretaba con verdadera maestría. Allí mantuvo contacto con los principales talentos musicales y artísticos de la época como Moscheles, Smart o Carl Friedrich  Zelter que llegó a ser su profesor, pero su figura quedó totalmente eclipsada por la de Félix, si bien algunas de sus obras han formado parte del catálogo de su hermano hasta los años 90 del pasado siglo.
Fanny Hensel Mendelssohn compuso más de cuatrocientas sesenta obras que conozcamos a día de hoy, incluyendo un oratorio de grandes dimensiones (Escenas de la Biblia) y un Trío para piano, violín y violonchelo opus11, quizá su obra más importante. Las Romanzas sin palabras eran el género preferido por su hermano y sin embargo hay musicólogos que afirman fueron compuestas por Fanny. Incluso la conocida canción “Italia” era la preferida de la reina Victoria quien pensaba había sido compuesta por Félix.
Falleció prematuramente en 1847, meses antes que su hermano. El año anterior Fanny publicó una recopilación de canciones compuestas por ella. No tuvo tiempo de disfrutar de cierta notoriedad como compositora pues murió repentinamente el 14 de mayo de 1847 a los cuarenta y un años mientras interpretaba una obra de su hermano Félix que, impresionado con la muerte de su queridísima hermana, nunca se recuperó de su pérdida y murió seis meses después. Antes pudo terminar su última obra, un cuarteto de cuerda dedicado a Fanny.
En 1997, tras la celebración del congreso The Mendelssohns at the Millenium, celebrado en Chicago, se consideró que Fanny Mendelssohn fue una de las principales compositoras del siglo XIX.
Hoy su música es objeto de estudio y la Fundación Mendelssohn ha iniciado la recatalogación e impresión de todos sus trabajos, ya que lamentablemente, algunas de sus composiciones se han perdido o permanecen ocultas en colecciones privadas.

Mercedes Albaina publicaba en las notas al programa del concierto del pasado domingo 6 de marzo, a cargo de la pianista donostiarra Judith Jáuregui quien interpretó su Sonata para piano en sol menor, lo siguiente: “Los Mendelssohn crecieron en el seno de una familia adinerada y con inquietudes culturales, que dio gran importancia a la educación y el cultivo de los dones de sus hijos. En este ambiente, Fanny mantuvo un diálogo enormemente creativo con la música, que formaba parte de su cotidianidad. Sin embargo, el momento histórico no permitía un reconocimiento exterior de esta realidad y la doctrina imperante de la domesticidad de la “música para mujeres” no favoreció la manifestación pública de tanto talento y trabajo. Afortunadamente, su fuerte personalidad artística dejó una huella no borrada por el tiempo que, vista la tendencia, ha de ser permanente. Félix tuvo más suerte y pudo desarrollar un perfil profesional multifacético. Fue el primer director moderno de la Gewandhaus, rescatador del legado de Bach, creador de la fórmula de celebrar conciertos históricos de abono, dinamizador de la vida musical de ciudades como Leipzig o Berlín… Por su parte, el piano fue el instrumento estrella en el Romanticismo, tanto por sus posibilidades poéticas como por su brillantez, que aumentaba paralelamente a los progresos técnicos que aportaron los imaginativos artesanos-constructores de la época. La literatura pianística supuso un excelente vehículo para que los compositores románticos volcaran su lirismo y sus pasiones, convirtiéndose en inigualable medio de comunión íntima entre creadores, intérpretes y escuchantes y también de escaparate para un expresionismo expansivo, rotundo y espectacular. Los títulos poéticos inundaron el repertorio pianístico y los salones y auditorios se llenaron de piezas de nombre sugerente. Entre ellas, las que evocaban el canto fueron predilectas de algunos autores como los Mendelssohn. Por ello, los lieder de Fanny o las Romanzas sin palabras de Félix, ofrecen a nuestros oídos un rumor de baladas sutil y delicioso. Pero la sólida formación que recibieron los dos hermanos, les hizo asimismo valorar la importancia de formas musicales de tanta entidad como la sonata o las variaciones. En este contexto, la belleza de las ideas y la calidad de la escritura, confieren al lenguaje pianístico de ambos una naturaleza que escuchamos con renovado placer. Su sensibilidad y su talento se hacen aquí presencia sonora”.

Enlaces de interés:

Bibliografía recomendada:
Salas Villar, Gemma: “Música y músicas”, colección Materiales Didácticos de Aula, Secundaria. Año 2009. Edita: Consejería de Educación y Ciencia, CPR de Gijón. ISBN 978-84-692-3896-7.


Pablo Álvarez “Siana”, profesor de Música.
Mieres, a 8 de marzo de 2016.

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