Fanny
Cäcilie Mendelssohn (posteriormente Fanny Hensel), hermana mayor de Félix
Mendelssohn Bartholdy, nietos del filósofo de origen judeoalemán Moses
Mendelssohn, nació en Hamburgo el 14 de noviembre de 1805 y falleció en Berlín
el 14 de mayo de 1847.
Fanny Hensel en 1842, por Moritz Daniel Oppenheim |
Gracias
al alto nivel social y económico de sus padres que eran personas cultas y
poseedoras de una gran fortuna (su padre Abraham era un banquero y filántropo
berlinés y su madre Lea Salomon), Fanny y sus hermanos tuvieron la oportunidad
de adquirir una educación propia de aristócratas, comenzando a estudiar a las
cinco de la mañana hasta últimas horas de la tarde, un horario riguroso que heredaron
de su abuelo filósofo, y abarcando lo que hay llamaríamos cultura general,
entonces solo al alcance de familias adineradas, donde no faltaban los idiomas,
la música, el dibujo, las ciencias o la equitación. Ya de pequeña Fanny se
perfiló como un prodigio musical, razón por la que su educación iría enfocada a
la composición pues la interpretación profesional parecía vedada a los hombres
aunque el propio Félix admitía que al piano su hermana era mejor que él, y su
madre decía que “nació con los dedos para tocar fugas de Bach”, llegando a
disfrutar de su magisterio solamente en veladas privadas una vez casada. Y es
que los hombres de la familia Mendelssohn como los de su época opinaban que “una moderada educación hace a una joven más
atractiva, pero hay que evitar actitudes de erudita”. Este tipo de ideas
propias de una sociedad de clara tendencia paternalista contribuyeron a que el
único destino posible para Fanny fuese el matrimonio. Cuando la joven le dijo a
su padre que deseaba estudiar composición con la misma profundidad que su
hermano Félix, su padre le dijo que para los hombres la música era un “basso
ostinato” mientras que para las mujeres la música era tan solo un ornamento, de
éste se podía prescindir, de aquél no… debiendo ser educada para ser buena
esposa y ama de casa.
Sólo
se conoce una actuación pública de Fanny en 1838, en un concierto benéfico interpretando
el Primer concierto para piano de su
hermano, ya que nunca tuvo permiso para presentarse en público como pianista.
Ante esta injusta realidad Fanny desarrolló unos sentimientos de baja
autoestima e inseguridad respecto a sus posibilidades como compositora.
A los
venticuatro años se casó con Wilhelm Hensel (1794-1861), pintor de la corte
prusiana en Berlín, con el que tuvo un hijo, Sebastien Hensel, quien editó la
correspondencia familiar bajo el título “La familia Mendelssohn 1729-1847” que
sigue siendo una importante fuente de información sobre estos músicos.
Retrato de Fanny y Wilhelm Hensel para el libro "The Mendelsohn family", Library of Congress, Gertrude Clarke Whitall Foundation |
Desde 1830
Fanny se convirtió en una figura importante de la cultura del salón romántico
donde la música ocupaba un lugar de primer orden al lado de la literatura y la
pintura. En ese ambiente cerrado a un tipo de público concreto, se escucharon
muchas de sus canciones y obras para piano que ella misma interpretaba con
verdadera maestría. Allí mantuvo contacto con los principales talentos
musicales y artísticos de la época como Moscheles, Smart o Carl Friedrich Zelter que llegó a ser su profesor, pero su
figura quedó totalmente eclipsada por la de Félix, si bien algunas de sus obras
han formado parte del catálogo de su hermano hasta los años 90 del pasado
siglo.
Fanny
Hensel Mendelssohn compuso más de cuatrocientas sesenta obras que conozcamos a
día de hoy, incluyendo un oratorio de grandes dimensiones (Escenas de la Biblia) y un Trío para piano, violín y violonchelo opus11, quizá su obra más importante. Las Romanzas sin palabras eran el género preferido por su hermano y sin
embargo hay musicólogos que afirman fueron compuestas por Fanny. Incluso la
conocida canción “Italia” era la preferida de la reina Victoria quien
pensaba había sido compuesta por Félix.
Falleció
prematuramente en 1847, meses antes que su hermano. El año anterior Fanny
publicó una recopilación de canciones compuestas por ella. No tuvo tiempo de
disfrutar de cierta notoriedad como compositora pues murió repentinamente el 14
de mayo de 1847 a los cuarenta y un años mientras interpretaba una obra de su
hermano Félix que, impresionado con la muerte de su queridísima hermana, nunca se
recuperó de su pérdida y murió seis meses después. Antes pudo terminar su
última obra, un cuarteto de cuerda dedicado a Fanny.
En 1997,
tras la celebración del congreso The
Mendelssohns at the Millenium, celebrado en Chicago, se consideró que Fanny
Mendelssohn fue una de las principales compositoras del siglo XIX.
Hoy su
música es objeto de estudio y la Fundación Mendelssohn ha iniciado la
recatalogación e impresión de todos sus trabajos, ya que lamentablemente,
algunas de sus composiciones se han perdido o permanecen ocultas en colecciones
privadas.
Mercedes
Albaina publicaba en las notas al programa del concierto del pasado domingo 6
de marzo, a cargo de la pianista donostiarra Judith Jáuregui quien
interpretó su Sonata para piano en sol menor, lo
siguiente: “Los Mendelssohn crecieron en el seno de una familia adinerada y con
inquietudes culturales, que dio gran importancia a la educación y el cultivo de
los dones de sus hijos. En este ambiente, Fanny mantuvo un diálogo enormemente
creativo con la música, que formaba parte de su cotidianidad. Sin embargo, el
momento histórico no permitía un reconocimiento exterior de esta realidad y la
doctrina imperante de la domesticidad de la “música para mujeres” no favoreció
la manifestación pública de tanto talento y trabajo. Afortunadamente, su fuerte
personalidad artística dejó una huella no borrada por el tiempo que, vista la
tendencia, ha de ser permanente. Félix tuvo más suerte y pudo desarrollar un
perfil profesional multifacético. Fue el primer director moderno de la Gewandhaus, rescatador del legado de
Bach, creador de la fórmula de celebrar conciertos históricos de abono,
dinamizador de la vida musical de ciudades como Leipzig o Berlín… Por su parte,
el piano fue el instrumento estrella en el Romanticismo, tanto por sus posibilidades
poéticas como por su brillantez, que aumentaba paralelamente a los progresos
técnicos que aportaron los imaginativos artesanos-constructores de la época. La
literatura pianística supuso un excelente vehículo para que los compositores
románticos volcaran su lirismo y sus pasiones, convirtiéndose en inigualable
medio de comunión íntima entre creadores, intérpretes y escuchantes y también
de escaparate para un expresionismo expansivo, rotundo y espectacular. Los
títulos poéticos inundaron el repertorio pianístico y los salones y auditorios
se llenaron de piezas de nombre sugerente. Entre ellas, las que evocaban el
canto fueron predilectas de algunos autores como los Mendelssohn. Por ello, los
lieder de Fanny o las Romanzas sin palabras de Félix, ofrecen
a nuestros oídos un rumor de baladas sutil y delicioso. Pero la sólida
formación que recibieron los dos hermanos, les hizo asimismo valorar la
importancia de formas musicales de tanta entidad como la sonata o las
variaciones. En este contexto, la belleza de las ideas y la calidad de la
escritura, confieren al lenguaje pianístico de ambos una naturaleza que
escuchamos con renovado placer. Su sensibilidad y su talento se hacen aquí
presencia sonora”.
Enlaces de interés:
Bibliografía
recomendada:
Salas
Villar, Gemma: “Música y músicas”, colección Materiales Didácticos de Aula,
Secundaria. Año 2009. Edita: Consejería de Educación y Ciencia, CPR de Gijón.
ISBN 978-84-692-3896-7.
Pablo
Álvarez “Siana”, profesor de Música.
Mieres, a 8
de marzo de 2016.
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