Gracias
al calendario sobre la mujer 2019, editado por el Montepío de la Minería, han
venido Elisa y Conchi al IES El Batán para contarnos
el trabajo de las mujeres en la mina.
Esta charla
empezó con tres vídeos. El
primero era una secuencia de fotos en la cual salían mujeres limpiando y
descargando carbón, en faldas o con vestidos porque a principios del s. XX era
muy difícil ver a una mujer con mono de faena.
El segundo
vídeo fue una entrevista que le hicieron a Amor Suárez, quien se reconoció de niña en una de las
fotografías del calendario editado por el Montepío. Comenzó en la minería con
tan solo 14 años, en "Tetuán". No le pagaban nada sino que el carbón que conseguía lo vendía
y ese dinero se lo daba a su madre para el sostenimiento de la familia. Después pasó a “El Villar”, donde ya le pagaban un poco; seguía trabajando también en casa, en la huerta y atendiendo a los animales. Las mujeres estaban todas solteras y trabajaban muy
duro: se levantaban a las 5 o 6 de la mañana para ir a trabajar, todos los días menos los domingos: separaban la
pizarra del carbón, cargaban
los vagones de grancilla; eran lampisteras, carboneras… Pero aún
así se les llamaba “las del mientras tanto” pues pensaban que ese trabajo era
para hombres y ellas lo realizaban “mientras tanto”.
El tercer
vídeo era un informativo de 1996, año en el que las mujeres pudieron entrar en
el exterior de la mina. En él opinaban algunos hombres y mujeres sobre este
hecho: “En vez de meter 10 mujeres mineras, que metan a 10 hombres que están
parados por la calle”, “Ellas pueden dedicarse a la limpieza de baños pero no a
la mina”…
A principios del s. XX, de 35 000 mineros y solo 1065 eran mineras.
En 1817, el
Gobierno había prohibido que las mujeres trabajaran en la mina pero en 1992, el
Tribunal Constitucional quitó esa ley.
Después
de ver los vídeos, Concepción Rodríguez, Conchi, nos habló sobre su propia experiencia.
Desde muy pequeña, destacó por su actitud luchadora: a los 12 años descubrió
que en el centro donde estudiaba ella tenía que pagar por ser hija de
inmigrante (su padre, minero desde los 14 años, era portugués). Se quejó por
esta situación y así consiguió acabar el Bachiller gratis.
Empezó a
trabajar con 16 años en la Unión General de Trabajadores (UGT).
En 1985,
decidió mandar solicitud para entrar a trabajar en Hunosa y ahí comenzó a ver las graves discriminaciones con
el género femenino: tenía que superar unas pruebas, llamadas el reconocimiento;
las pasó aunque no pudo entrar a trabajar y se puso en contacto con Carlota
Bustelo, la primera directora del Instituto de la Mujer, y la abogada Lucía
Ruano (actualmente jueza en Toledo). Volvió a intentarlo pero volvieron a
rechazarla. Finalmente, en 1992, gracias a mucho esfuerzo y lucha, entró a la
mina junto a más mujeres. En ese momento, fueron abucheadas, insultadas e
incluso apedreadas. Muchos hombres se quejaban de que les quitaban el puesto de
trabajo.
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Concepción Rodríguez |
El primer día
le dieron a Conchi una escoba para barrer, algo que no le hizo mucha gracia,
pero con el paso del tiempo, se dieron cuenta de que era una fantástica
trabajadora y la dejaron entrar al pozo. Pero le pagaban menos que a sus
compañeros por lo que denunció a la empresa.
A pesar de
que ya en la Constitución venía recogido que no podía existir discriminación
por sexo, no será hasta el año 2016 cuando Hunosa firme el contrato de
igualdad.
Nos gustó mucho esta charla ya que no
pensábamos que las mujeres no podían trabajar en la mina. Pero lo consiguieron
porque se esforzaron mucho. Todo esto nos ha enseñado que la igualdad se busca
desde hace mucho tiempo y que, aunque ya hayamos avanzado, tenemos que seguir
luchando por nuestros derechos como ellas lo hicieron.
Matías
Andrés Chacana.
Paula
Flores García.
Jimena
González Díaz.
Sergio
Osorio Fernández.
2º
de ESO
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Un momento de la charla |
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Página del libro de dedicatorias de la exposición |
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