Conferencia de Mary Beard en Espacio Fundación Telefónica, en la que empezó recordando los distintos silencios de los personajes femeninos en la Odisea de Homero, en las obras de Aristófanes o en la Metamorfosis de Ovidio.
A continuación, resaltó dos excepciones de mujeres que toman la palabra: Lucrecia, para comunicar su violación antes de morir; y Hortensia, para defender en el foro a las mujeres. Es decir, cuando habla la mujer es para defender un caso personal o a su propio colectivo, nunca se manifiesta de forma general.
En la edad contemporánea, Margaret Thacher moduló su voz para que sonara más grave, más "masculina". Para Mary Beard, esta actitud resulta contradictoria puesto que, si para que se escuche a una mujer, esta debe acercarse a los rasgos masculinos resulta un reforzamiento del poder del hombre.
En el coloquio posterior, un hombre señaló que las mujeres no habrían detentado el poder público pero sí el poder privado. Mary Beard replicó: "¿Para qué quiero poder si nadie me puede ver?", cuestionó el que se puede ejercer en los límites de un hogar y concluyó indicando que "nadie conoce a esas mujeres del poder privado."
La primera mujer de entre el público que participó en el coloquio manifestó la paradoja de que en una charla cuyo tema era "el silencio de las mujeres" hasta el momento solo estaban interviniendo hombres. Mary Beard contestó con su humor y su agudeza crítica habitual: "El hecho de que los hombres no sepan la respuesta no evita que contesten a la pregunta".
"Soy propietaria de mis propias palabras, y eso es algo muy importante", declaró Mary Bear para finalizar su intervención.
Elena Vázquez Martínez,
profesora de Lengua castellana y Literatura.
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