El grupo de teatro "Recitadores", del Centro de Personas Mayores de Mieres, representó la obra Mujeres ni más ni menos, en la que pudimos observar distintas situaciones discriminatorias que viven las mujeres hoy en día y que ellas comentan en el servicio de una empresa.
En la primera escena, vimos cómo Lara trabaja en casa, lo hace durante muchísimas horas y realizando múltiples y muy distintas tareas... sin que se reconozca su labor.
En la segunda escena, Lola confiesa a su compañera que su marido, de nuevo, la ha maltratado. Lili la anima a denunciarlo. Lola seguirá con él porque no quiere que sus hijos se enteren de que su padre es un miserable.
Que nunca nadie te levante la voz si no es para cantarte. Que nunca nadie te levante la mano si no es para acariciarte.
En la siguiente escena Luisa se queja de que, después de 40 años en la empresa, es posible que no se pueda jubilar y deberá seguir aguantando al explotador de su jefe quien, además, se dedica a blanquear dinero.
En la escena que continúa, Luci explica su vida día a día: cómo, después de trabajar en la empresa, debe realizar las tareas de casa.
A continuación entra un hombre, Lolo. En medio de sus ejercicios gimnásticos aparece Lidia quien le pregunta cuánto le ha pagado el jefe por las horas extras: unos 700 euros. Cobra más que ninguna de las mujeres de la empresa quienes, por el mismo trabajo y con la misma antigüedad cobraron 400 euros.
Luego aparece Leo, la limpiadora, y a continuación, Luna. Esta comenta los celos de su novio a quien no le gusta cómo viste ella, y ya ni se pinta ni sale con sus amigas a tomar un café. Reconoce que me manipula y Leo le responde que a quien tienes que contentar es a ti misma, y que debe buscarse otro novio. Finalmente aparece el jefe, don Laudelino, y manda convocar a todas sus empleadas y su empleado.
Don Laudelino los insulta y reconoce ante Lolo que a él le paga bastante más que a ellas.
Acabarán inmovilizando al jefe y declarando:
Que ningún país del mundo tenga leyes represoras contra la mujer.
A igual trabayu, igual sueldu.
Los mismos derechos y las mismas obligaciones.
Reparto equitativo del trabajo en la sociedad.
Todas las personas caminando en la misma dirección
No me digas que me quieres, quiéreme sin pedirlo.
Todas las personas nacemos iguales y así debemos vivir.
Y que todas las personas seamos una sola voz.
Don Laudelino volverá a moverse para confesar, como actor:
Que situaciones como esta no me hagan sentir vergüenza como hombre.
Al final, una actriz del grupo leyó una declaración en la que deseaba que llegara el día en que todas las personas seamos iguales sin importar el sexo.
Criticó las leyes represoras, tanto políticas como religiosas, que existen todavía en muchos países del mundo: en Ciudad Juárez se violan y asesinan, desde hace años, a mujeres jóvenes ante la pasividad de un país que mira para otro lado. En India, las niñas son obligadas a prostituirse. Tailandia ha desoído los lamentos de sus ciudadanas consintiendo que Bangkok se convierta en el paraíso del sexo sin escrúpulos. En muchos países de África la mujer es anulada por el hombre y considerada por debajo de los animales que emplea para el trabajo.
Pero esa lacra social no es solo patrimonio de países poco desarrollados porque sociedades de primer orden, como es la nuestra, también tienen la vergüenza de contar en su bagaje con un indeseable número de mujeres asesinadas por violencia de género. Este último ultraje a la mujer es sencillamente repugnante e intolerable.
Elena Vázquez Martínez,
profesora de Lengua castellana y Literatura.
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