Programa especial de “Conexión Asturias” (TPA), emitido el 25 de noviembre de 2015.
Del minuto 27 hasta 35, podemos escuchar el relato de
Ana Ruíz, una mujer que ha sufrido violencia de género:
“No era consciente de la gravedad en que vivía: a él no
le gustaba que saliera de noche con mis amigas, y no salía. No quería que fuera
sola a ningún sitio, iba con él a todos los lados. No tenía un solo momento de
soledad: me llevaba a trabajar, me recogía en el trabajo… Yo lo asumía porque
en ese momento no me planteaba ningún problema.
Hasta el momento en que, cuando estaba haciendo una
actividad que a él no le gustaba, me dijo que la dejara. Y yo no entiendo por
qué tengo que dejarla. “Si no la dejas, yo no voy a soportarlo, vamos a tener
que separarnos… y yo no voy a pasar por una separación. Te mato.” La persona que supuestamente más me tenía que querer me amenza con matarme.”
En ese momento,
contacta con su mejor amiga, quien ya había visto muchas situaciones de riesgo
aunque nunca le había dicho nada. Le dio tres soluciones: irse a vivir con
ella, a su casa del pueblo o ingresar en una casa de acogida. Por temor a lo
que le pudiera suceder a su amiga, Ana Ruíz se decidió por esta última opción.
Cuando ingresa en la Casa Malva (Gijón) se replantea
su vida. “Me protegieron, física y emocionalmente. Me enseñaron a cuidarme y me
enseñaron a quererme. Aprendí a no juzgarme ni a mí ni a otras mujeres que han
pasado (o pasan) por violencia de género. Me “curé” (entre comillas) porque
curada nunca quedas.”
Cuando ella estaba en la Casa Malva, su expareja ingresó
en prisión, donde estuvo dos años. Por ese motivo, se sintió aliviada para
poder abandonar la Casa.
Cuando él salió de prisión, “empezó otro calvario
porque yo no podía salir sola de mi casa. Si salía de día, con un spray en la
mano para poder defenderme. A la noche, siempre me acompañaba alguien. Yo no
subía nunca a mi casa sola, siempre estaba la vecina o alguien conmigo.
Luego empecé a encontrármelo más a menudo de lo
deseable; eso quiere decir que me estaba persiguiendo. Denunciado, no creída
por la jueza de violencia de género de Gijón, tuve que pasar por el psicólogo
forense de Oviedo para que le dijese a la jueza que yo no mentía. A día de hoy,
las mujeres víctimas de violencia seguimos sin ser creídas, y no digo por gente
de la calle: lo que no tiene ningún pase es que las instituciones no te crean,
que vayas a un juzgado de violencia a confesar cómo eres maltratada y lo salgas
aún más de ese juzgado.
Su expareja acabó suicidándose “en el descansillo de
la escalera donde yo vivía.”
“Hay salida.
Que no aguanten, que denuncien, que aprovechen los recursos que se les dan, que
trabajen por su recuperación, ¡y a vivir, a vivir! Para mí, uno de los días más
felices de mi vida fue cuando pude salir de la Casa Malva y dar un paseo yo sola,
a las once de la noche, por el muro (de Gijón) sin dar explicaciones a nadie, y
RESPIRANDO ese aire.”
Desde el minuto 41:30 hasta el final del programa, se
habla de La Casa Malva (Gijón),
una institución en la que no es necesario ingresar con denuncia previa, lo
mismo que en la red de pisos tutelados en toda Asturias.
Las mujeres suelen estar una media de dos años hasta
que pueden encauzar de nuevo su propia vida. Hasta el año 2015, habían pasado
por la Casa Malva 780 mujeres y 820 niñas y niños.
El 112 es
el teléfono más adecuado ante una situación de riesgo, porque es más fácil
activar a las fuerzas de seguridad.
El 016 es
un servicio confidencial, no se dispone de datos con lo que, ante una
emergencia, puede llevar más tiempo.
Además, las fuerzas de seguridad, servicios sociales,
centros asesores de la mujer, y centros de salud tienen un teléfono directo de
uso profesional, el 900 20 96 29
Hay mujeres que no son conscientes de que están
viviendo una situación de violencia de género, incluso con riesgo para su vida.
“Una primera llamada puede ser de desahogo; la sigue una segunda, de
información; al final, esa mujer llega a ingresar. Eso sucede.”
“La primera atención psicológica es un desahogo
emocional. Es necesario construir un clima donde la mujer hable de todo lo que
le está pasando. No necesariamente hay una ruptura con el agresor por lo que se
debe escuchar e informar. Cada caso es diferente, cada mujer es diferente por
lo que es muy importante el trabajo individualizado, que la mujer sepa qué ha
sucedido para llegar al momento en que se encuentra y qué secuelas le ha
producido. Trabajamos con mujeres que durante muchos años han soportado la
violencia de alguien a quien aman.”
Las hijas e hijos de estas mujeres también están
sometidos, directa o indirectamente, a esa violencia.
“La violencia de género afecta a cualquier mujer solo
por el hecho de ser mujer. Es una lacra que se da en todas las clases sociales,
en todos los ambientes, en todos los países del mundo.”
“De esto se
sale. Con mucha ayuda, con mucha fuerza, pero también con mucha conciencia
social.”
LIBRES, aplicación gratuita del Ministerio de Sanidad para teléfonos móviles y tabletas.
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Elena Vázquez Martínez,
profesora de Lengua castellana y Literatura.
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